domingo, 14 de abril de 2013

De iniciativas literarias…



Ayer tuve el inmenso honor de disfrutar de la invitación del Grupo Literario Brisadelirios a participar en su “Iter Litterarium Salmanticensis”, o lo que es lo mismo, un extenso y medido itinerario por Salamanca de la mano de autores y textos literarios de toda época. La experiencia fue magnífica. Todos pudimos gustar de buena literatura, de rincones asociados a la misma y a nuestra historia más profunda, porque, debajo de lo literario hay vida, mundo, sociedad, vivencias colectivas y personales que se reflejan y nos abren la puerta al contacto con otras almas que ya hicieron su camino y nos dejaron su mejor legado… Ya ven, evento para disfrutar como lo es cada libro que abrimos y paladeamos con el gusto del alma… Cuánto más caminando bajo un precioso sol de primavera y en un entorno idílico como el de Salmantica…

Permítanme, con todo, ir un poco más allá; salirme del guión expuesto en el hecho puntual de ayer. Vivimos en una época de prisa. No tenemos tiempo para casi nada. Todo lo consumimos en pequeñas dosis apresuradas revestidas de tecnología, en la mayoría de los casos: información, noticias, conversaciones, intercambios sociales, música, lectura… ¿Dónde queda aquel inmenso placer de dedicar una tarde hermosa a dejarse llevar por las páginas de un libro –impreso, todo hay que decirlo-, a navegar por su ficción haciéndose partícipe de sentimientos, miedos, dudas, alegrías?… Casi parece ciencia-ficción pretérita… Pues ahí radica el quid de este pequeño artículo. En este mundo de prisa, donde encontrarse con alguien que hable con sentido de literatura, de cultura, de historia; con alguien que se pare a leer y a conversar sobre lectura, autores, épocas; con alguien que trate de comprender el propio mundo desde la vivencia de otros en otros mundos que existieron; con alguien que se siente a compartir un texto por el mero placer de degustar sensaciones que provoca, reflexiones que genera; con alguien que pierde su precioso tiempo en algo tan inmaterial y poco productivo –supuestamente- como es la literatura; con alguien que a buen seguro será mal mirado y tachado de flipao, friki, tal vez reaccionario por parte de muchos; con alguien que… Parece una absoluta mentira burlesca encontrarse con gente que no solo se enorgullece de todo lo anterior, mire quien mire y digan lo que digan, sino que se autodefine referencialmente como grupo literario creado con tales fines. Gente de diversas edades, pero fundamentalmente de una ya madura juventud. Gente simplemente convencida. Y no crean que se trata de un grupúsculo de vagos y maleantes con todo el tiempo del mundo para la bohemia. No. Son gente cuyo tiempo es muy justo para casi todo, gente altamente responsable en sus diversos campos que buscan dar lo máximo de sí. Gente, en definitiva, sin tiempo real para estos “chiringuitos”. Ahí está el maravilloso milagro en el que ayer me vi envuelto y del que me hicieron partícipe. Un milagro que no he querido dejar de compartir con ustedes con el fin de dar el merecidísimo aplauso a este grupo literario y a otros que, como ellos, a buen seguro existirán, envueltos en un consciente y electo anonimato. Por  Brisadelirios, por otros grupos semejantes desconocidos y sus iniciativas: ¡Bravo!

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