domingo, 6 de mayo de 2012

The Artist


Hace unos días me dejé caer por el cine para disfrutar de una película que, pese a la abundante crítica favorable y propagandística, realmente merece la pena: The Artist. Película muda al estilo de los clásicos que pretende reflejar e imitar. Impecable papel de los protagonistas, especialmente del masculino. Una imagen cuidada en su blanco y negro original. Una buena administración de los tempos narrativos claros y marcados. Una buena banda sonora que refuerza la narratividad y emotividad transmitida por la imagen… Pensarán que sé de cine. No. Nada más lejos de la realidad… Seguro que algún lector ducho en la materia cinéfila habrá carcajeado a mandíbula batiente ante las líneas precedentes que muestran tan tamaño atrevimiento  de un profano… Les transmito, pues,  impresiones de neófito.

Dejemos tal hilo de la madeja y dirijámonos a lo que importa: La película, que aparentemente es inocente, transmite algunos guiños interesantes o al menos a mi me hizo pensar -¡Qué tontería!… 

En primer lugar, en un mundo como el nuestro, donde la prisa lo es todo, donde la abundancia de comunicaciones y medios tecnológicos para ella, donde la palabra sobreabunda en información que se consume, tanto en lo social como en la interacción individual, nos llega una película en la que hay que mirar, hay que fijarse, hay que dar valor al gesto marcado, a las miradas, a las sonrisas, a los cambios gestuales de cara y cuerpo que se engrandecen para compensar la falta de palabra. Y el milagro de la comunicación se da. El mundo emotivo se vierte a borbotones emanado precisamente de esos gestos y de una música perfectamente ensamblada… La gestualidad que –quizá- nos perdemos en el día a día, que no aprovechamos en todo su potencial comunicativo tal vez por ese no darnos cuenta de ella, tal vez porque no es tecnología o porque no tenemos tiempo o porque no es quién sabe qué… La gestualidad que deberíamos recuperar, que deberíamos saber leer, que deberíamos… Y las emociones que nos hacen vibrar, con su música de tan diferente tipo... Como en la película, mucho de lo que somos y vivimos son emociones, sentimientos que pasan por el corazón y la mente. ¡Cuánto de nuestra vida responde a las emociones! Y aun siendo importantes, apenas las expresamos…  No lo hacemos, muchas veces, porque nadie nos enseñó a hacerlo de modo adecuado, o a valorarlas, o a encajarlas de modo preciso e incluso manejarlas. Quizá la imposición social –real o ficticia- se ha encargado de cercenar tan limpio y esencial caudal que mueve la vida… Afortunadamente, y saliéndonos del hilo del post, la inteligencia emocional cobra vigencia, peso y definición…

La película, por otro lado, muestra algo que cada día es más necesario en el convulso mundo de crisis que vivimos. La capacidad de adaptarnos, de saber encauzar nuestras mismas cualidades en modos diversos, superando miedos, orgullos personales, tal vez inseguridades… Quedarse anclado en lo de siempre, aunque nos haya funcionado a la perfección y nos haya encumbrado en nuestro ego personal y social, puede ser la mejor forma de quedarse atrás, de perder validez, de perder oportunidades buenas para todos. En cierto modo me recordó a un cuentecillo muy interesante, publicado hace unos años, titulado: “¿Quién se ha llevado mi queso?” –que recomiendo a ustedes-.  Saber adaptarse… Descubrir que las cualidades que cada uno atesoramos lo son, pero son, seguramente, más amplias de lo que creemos. Tienen variantes que nos permiten abrir nuevos caminos, andar nuevas sendas… No se trata de envidiar lo que otros tienen, lo que otros logran, lo que otros descubren. Se trata, desde las propias potencialidades, de dar un paso más, un paso nuevo y valioso que nos abre al abanico de las oportunidades de la vida. Negarnos esa posibilidad es también negársela a los que se enriquecerán con ella a nuestro alrededor…
Por último, quizá relacionado con el mundo emocional arriba suscrito, podemos encontrar la necesidad de ser capaz de comunicar lo que se piensa, lo que se siente, lo que uno guarda por dentro… Muchas situaciones saldrían favorecidas si hablásemos con una diáfana claridad que permitiese el sano contraste, la interacción profunda y necesaria en todo tipo de relaciones: profesionales y personales… Porque, desgraciadamente, cada vez hemos perdido más esa capacidad, en aras, curiosamente, de los derechos personales engrandecidos a una escala inimaginable, pero eso es otro tema que quizá algún día se aborde en este humilde blog.

Ya ven, cine mudo inicuo y sin sustancia que sirve de sano entretenimiento quizá para no pensar…  Cine a imitación y ambientado en los años veinte, curiosamente, reflejando uno de los cracks, de las crisis más importantes del siglo pasado, que tantas consecuencias tuvo… No caigamos en aquello que mi amigo Javier Palacios, filósofo, bien enseña a sus alumnos: Aquello del eterno retorno. Pero tampoco dejemos de mirar al espejo de la historia y de las historias, reales o ficcionales. Y mientras, por qué no, vayamos a entretenernos al cine para no pensar, aunque con los precios que tiene es para pensárselo. En todo caso, siempre nos quedará el fútbol en televisión ¿No creen?

martes, 1 de mayo de 2012

Hablemos de educación


Hablemos de educación… Y pensarán ustedes, como diría algún buen amigo en tono castizo: “Y dale la burra al prao”… Y es que ustedes, como yo, supongo, empiezan a cansarse de tanto debate inútil, de tanto tópico promovido por los políticos de a pie que nos gastamos, de tanta guerra de guerrillas, muchas veces inexistente, y que late en el debate público, de tanto recorte que se ha venido dando desde hace tiempo y que ahora se agudiza haciendo peligrar muchas cosas… Todo éso es cierto. Todo éso está. Todo éso se mueve en el imaginario de los dimes y diretes sociales, políticos y de prensa. Pero, qué quieren que les diga, ésto cansa sobremanera porque no dejan de ser cortinas de humo más o menos densas que evitan afrontar lo esencial: ¿Para cuándo el debate auténtico que renueve una escuela y un sistema educativo que ya no vale para el siglo XXI tal cual está? ¿Para cuándo ese avance de calidad que permita experimentar, ir más allá, ofrecer una enseñanza válida para los chicos y la sociedad del presente siglo y que mire al futuro? ¿Para cuándo una educación integral desde la realidad y para la realidad?... Nos seguimos enzarzando en debates inútiles y seguimos dejando pasar trenes que ya llegan con premura. Nos va mucho en ello: Generaciones enteras, un futuro que construir a partir de nuestros niños y jóvenes… Casi nada ¿No creen? Pero mientras, discutamos, escribamos miles de artículos de prensa, dejemos que los políticos jueguen a una tecnocracia vacía y de signo partidista que se empeña en deshacer lo anterior y manifestémonos, que, mientras,  va pasando el tiempo… Sigue pasando…