jueves, 22 de diciembre de 2011

Del Belén de mi clase


Hace unos días mis alumnos decidieron decorar la clase con motivos navideños. Entre los elementos encontrados y seleccionados montaron un pequeño, aunque digno Belén, con algunos personajes al uso. Como no puede ser de otro modo el centro del mismo lo ocupa el portal con María, José y el Niño. No faltan reyes magos, pastores, animales y demás. Mi sorpresa llegó cuando descubrí que en el Belén de mi clase nadie –ninguno de los personajes- miraba al portal; nadie se dirigía a él y nadie adoraba al Niño recién nacido. Y donde digo nadie quiero decir exactamente: Nadie. En resumen: El portal era el centro pero todos pasaban de él, todos iban a lo suyo mirando a cualquier sitio. Incluso los reyes parecían no tener un rumbo fijo que llevase hacia lo que debería ser su cometido… Y me dio por pensar que mis alumnos metafóricamente habían reflejado su portal de Belén particular y no sé si no el nuestro –de todos- también. ¿Será que miramos para cualquier lado y pasamos de largo de lo esencial aunque esté en el centro? ¿Será que cada uno vamos solo a lo nuestro y olvidamos hasta nuestros cometidos esenciales? ¿Será que hemos hecho de nuestra vida hoy un nuevo Belén viviente digno de la historia bíblica (ya saben, la de que no había lugar para ellos en ninguna parte)?... Y entonces ¿El Dios que nace?...

Ya ven ustedes, sólo son preguntas que a uno le surgen. Preguntas sin importancia… Aunque, por otro lado, las metáforas espontáneas y esenciales ¿No son las más ciertas?... Tal vez mis alumnos hayan dado en el clavo… Tendré que ponerles un diez ¿No creen?... No sé…

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