domingo, 30 de octubre de 2011

Estoy confuso

Pongamos que te vas al super a hacer la compra… De pronto descubres que junto a las galletas que andas buscando se han instalado los productos necesarios para el haloween que en el anterior post ya comentábamos. E ¡Increíble! De pronto sufres un fuerte choque que te hace perder la noción del tiempo y no sabes, entonces, si debes disfrazarte de zombie, comprar las chuches para los niños del vecindario o coger la zambomba y ponerte a cantar, polvorón en boca, aquello de veinticinco de diciembre, fun, fun, fun… Ante tal shock olvidas las galletas, la fruta y los yogures a por los que habías bajado y vuelves a casa con espumillón abundante, chuches de toda especie, pintura de maquillaje para pintarte de muerto viviente y un par de tabletas de turrón del duro que le gusta a tu suegra (no vaya a ser que aparezca de pronto)… Entras corriendo por el pasillo en un estado semi-histérico. Dejas las bolsas sobre la mesa de la cocina. Te golpeas la rodilla contra la maldita silla de siempre. Cojeando entras en el cuarto en que tienes el calendario de la carnicería del barrio y compruebas que estamos a final de octubre… Vuelves a la realidad en un micro-segundo. Tras unos minutos boqui-abierto sin capacidad para moverte vuelves, derrotado, a la cocina con esa cara de memo de las grandes ocasiones. Abres las bolsas. Coges el espumillón como si fuera una aparición milagrosa tras teletransportación galáctica. Lo miras sin comprender y maquinalmente lo dejas aparcado para bajarlo al trastero un día de éstos… Sacas el turrón. Vas y vienes con él en la mano abriendo armario tras armario para colocarlo en el mejor lugar posible para que repose sus dos mesecitos. Por fin decides dejarlo detrás de los botes de las legumbres y las sopas… Te entra hambre por el disgusto y abres el frigorífico para coger un yogur pero… ¡Carajo! ¡Si no los subí! Te preparas, a cambio, un cola-cao calentito y al ir a buscar unas galletitas descubres que no tienes… (Por eso bajaste al super, so tonto)… Cola-cao aparcado en fregadero. Al darte cuenta que tampoco tienes fruta te entra una depre del quince… A punto de llorar coges las pinturas de maquillaje que están en la bolsa de la compra. Te pintas ante el espejo del baño partiéndote de risa como un estúpido. Coges esa camisa vieja que todos tenemos y la desgarras atrozmente cual si fuera un disfraz perfecto. Te la instalas encima pringándola bien de pintura roja. Te miras satisfecho pero parece faltar algún detalle. Te acuerdas del espumillón. Lo coges y te haces una coronita horteroide que luce en tu cabeza. Luego pillas el turrón duro y le pegas un buen mordisco mientras sostienes en la otra mano la navideña botella de champán que dudas si abrir o hacerlo, en su lugar, con la de halloweenero ron para hacerte un buen cubata… En cualquier caso pones la música a tope y bailas como un poseso en el salón mientras la vecina de abajo golpea con la escoba en su techo para que te moderes… Y te planteas, en trance, lo que decía mi amigo Javier en uno de sus últimos tweets: “Estoy confuso. En estanterías vecinas del supermercado conviven las chuches del halloween y los turrones; los espumillones y los disfraces.” 

Pues ya lo saben. Si van al super estos días, tengan cuidado…

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