sábado, 29 de octubre de 2011

¡Esto no es Haloween!

Hace tiempo que no me pasaba por aquí y creo que va siendo hora de retomar sanas costumbres…

Paseaba ayer por la calle detrás de una madre con su retoño de unos ocho años. El entusiasmo del enano en cuestión era patente, tanto que, a pesar de no tener ningún interés por mi parte, la conversación animada llegó hasta mis oídos de paseante… La criatura revoloteaba nerviosa en torno a su progenitora, más resignada que otra cosa, porque “ha llegado halloween” y “me voy a disfrazar” y " voy a ir pidiendo, con mis amigos, caramelos y dinero a los vecinos”… Les juro que no invento ni media palabra… Anonadado contemplo a la madre que escucha asintiendo ostensiblemente a su hijo mientras le dice: “Vamos que llegamos tarde a inglés”…  Desde entonces no ha dejado de hervirme la sangre. En realidad, y pese al incidente referido, todos los años por estas fechas entro en tal efervescencia… Y es que todos los enanitos del mundo mundial, obviando sus propias costumbres culturales, hacen el guiño preciso al gran mercado en que hemos convertido este chiringuito de la aldea global… Que yo sepa, que tampoco es gran referencia mi cultura, lo que celebramos en nuestro ámbito hispano es el día de los santos en el que hacemos algo muy sano y necesario: recordar a los que nos precedieron en este camino que todos transitamos y que es la vida… Aquellos seres cercanos y queridos que se nos fueron dejando su legado y su impronta en nosotros… La cosa es suficientemente seria y profunda como para echarla en olvido… Pero he aquí que todas las nuevas generaciones, de unos años a esta parte, sueñan con calabazas huecas, con fiestas de disfraces no exentas del juergueo correspondiente en la adolescencia patria, con gorroneo egoistoide fomentado por los mayores que, por no quedar mal, sueltan las chuches o la calderilla que se asila en el bolsillo en ese momento… Me hierve la sangre... ¿Hasta tal punto somos capaces de dejar de lado lo nuestro por asilarnos en la aldea global que nos marca el mercado –que no la cultura-? ¿No tenemos suficiente riqueza propia como para tener que importar las ajenas de mundos anglosajones?... No. No se trata de defender como energúmenos que nuestra tradición es mejor que otras, ni de plantarse en una postura conservadurista absurda. Incluso es comprensible que a niños y adolescentes les resulte más atractivo lo festivo que nuestra seriedad de estas fechas, pues la verdad es que el planteamiento de la fiesta en sí es atractivo y divertido. Aún así lo nuestro es lo nuestro y tiene su sentido cuidarlo en aras de no perder una identidad que se ha fraguado a lo largo de siglos y riquezas culturales confluyentes. Incluso pensemos que toda cultura tiene algo de educativo y la muerte, querámoslo o no, es algo que forma parte de nuestra vida y es algo que también nuestros niños y jóvenes deben comprender y asimilar… Así pues creo que la fiesta de los santos tiene mucho sentido y me niego a caer en ese mundo pseudo-blandito y extraño que nos imponen desde fuera. Señores, he aquí mi voto en contra del haloween y mi voz a favor de nuestra propia cultura… Luego que cada cual haga lo que quiera…

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