lunes, 18 de julio de 2011

La confirmación que no tenía

Hace unos pocos años conocí a una persona que tenía epilepsia. Fui testigo de alguno de sus ataques y dialogué bastante con ella sobre la enfermedad que condicionaba su día a día desde la infancia. Recuerdo que una cosa que me chocó profundamente es que afirmaba que, cuando tenía un ataque, le tranquilizaba mucho que alguien cogiese su mano y le acariciase diciéndole palabras amables… Aquello se me quedó grabado como una duda razonable aunque nunca más hube de echar mano de ella… Hasta hace un par de meses, momento en que me tocó asistir a una persona que tenía un severo ataque de esos que ponen los pelos de punta y asustan al más templado… Me vi en tal tesitura junto con otra persona… Entre los dos hicimos lo que bien pudimos… Mi compañero aseguró que no se mordiera la lengua ni corriese otros riesgos y a mí, sorprendentemente, y juro que fue una respuesta instintiva, me salió coger su mano, acariciarla y tratar de decir palabras tranquilizadoras… Durante toda la crisis me pregunté si mi papel había servido para algo con una culpable sospecha de inutilidad. El otro asistente me miraba, mientras se afanaba con la boca del enfermo, como si viese a un loco –creo que todos lo hubiésemos hecho ¿no creen?… En definitiva, pasó el ataque y acompañamos a urgencias al susodicho… Tras dos horas de espera y atención pertinente apareció su familia que se hizo cargo de él… Por mi mente, según marchábamos se repetía, como un eco golpeando entre los riscos, la duda de si mi actuar había servido para algo; de si el caso de aquel conocido era único o les podía servir a todos los epilépticos… Salíamos casi por la puerta cuando oímos que nos llamaban. Los familiares de enfermo le acompañaban –salía por su propio pie y ya despejado-. Al llegar a nuestra altura, con un sincero gracias, alargó la mano y se la estrechó afectuosamente a mi compañero asistente. Luego se giró a mí, me miró a los ojos y me dio un abrazo… Profundamente sorprendido giré sobre mis talones y cada uno nos fuimos por nuestro lado… Creo que ese día obtuve la confirmación que no tenía…

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