Estamos
en Semana Santa. Semana de Pasión. Semana de procesionar Cristos y Vírgenes…
Muchas pasiones emocionales se mueven en estos días. Unas de manos de mera
tradición. Otras de un elemento cultural-religioso. Otras de una fe profunda…
En cualquier caso son día de un elemento pasional grande... Mas, el recuerdo cristiano
lo es de una Pasión, la de Cristo. Pasión, muerte y resurrección –no lo
olvidemos a costa de golpes de pecho y moralizaciones no siempre sanas-. Pasión
que vino provocada por la gran pasión de aquel tal Jesús: Su pasión por los que
vivían pasiones incruentas: pobres, marginados, ninguneados, excluidos… Jesús
fue un tremendo apasionado de amor por los demás. Un amor tan fuerte que le
empujó irremisiblemente a cargar cruces, a compartir cruces, a soportar cruces
para aliviar el sendero de tantos ajusticiados en el silencio de la no condena
escrita, pero condena vital al fin y al cabo, dictada por todos aquellos que
miraban, miran y tal vez miramos para otro lado. Pasión que llevó hasta el
extremo de su propia y estremecedora Pasión. Pasión hecha Pasión. Pasión
llevada hasta el final, por amor, por coherencia, por pasión… Estamos en Semana
de Pasión. Tal vez se nos encoge el alma al recordar, al sentir el penar de
aquel ajusticiado que decía hacer todo por haberlo aprendido de su padre, su
papaíto -Abba-, el mismo Dios. Semana de pasión para tantos que hoy siguen
llevando su cruz en silencio, al margen, con condenas no escritas. Para muchos,
cada semana es, sigue siendo, de pasión… Y Jesús se apasionó por ellos y con
ellos, hasta el punto de convertirse en despreciable y ser condenado a su
propia Pasión que buscaba quitarle del medio porque molestaba… Tal vez –seguramente-
debamos apasionarnos nosotros, convertirnos en modernos Cireneos al lado de
quien vive su pasión anónima y hacer un bendito procesionar callado, de
servicio, de cariño, de promoción, de esfuerzo con el que lo necesita, de, en
definitiva, Semana de Pasión. Ir tras su Paso. En su Paso. Con su Paso… Y
hacerlo cada semana del año, cada día… Porque no podemos consentir tanta pasión
callada que estremece el alma. Procesionemos sí, ahora los que lo hagan, pero
mucho más allá, actuando en la vida con pasión, desde la pasión, en contra de
la pasión, asumiendo las pasiones que pudiera conllevarnos… Y así lo dejo,
mientras cojo mi capuchón real y metafórico para la inmediata procesión. Semana
de Pasión. Ya ven. Un juego de pasiones nada más. Y nada menos… Que en juego
está la vida y muchas vidas… Semana de Pasión…
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