En educación, en la ciencia, en
las letras, en la vida misma, no está exenta la historia de menosprecios de
todo tipo a aquellos que se atrevieron a ir un poco más allá. Aquellos que
salieron de su comodidad, de su mundo establecido de seguridades para dar
nuevos pasos, a menudo, completamente novedosos. En ocasiones fueron pasos
decisivos para la humanidad o para algún campo concreto del saber, de la
ciencia, de… En otras fue el simple,
aunque rotundo y trascendente, campo personal. Lo cierto es que todas esas
personas han tenido y tienen un deje de sana locura que les impulsa a ir más
allá, a buscar más allá, a intentar más allá, aunque sufran caídas,
dificultades, retrocesos y, como decía al principio, menosprecios como el de
ser tachados de locos por los que a menudo, por miedo o por mera seguridad no
quieren que nadie arriesgue a su alrededor. Pero ay si todos arriesgásemos más
y saliésemos de nuestro mundo de confort… O si al menos permitiésemos que quien
quiera avance sin trabas… Al final todo es una decisión personal, una
maravillosa y arriesgada decisión sabiendo que
La desfachatez de la locura
habita en los pájaros del alma...
Todo es cuestión de dejarlos volar rumbo a sabe Dios qué nuevos
horizontes…
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