Qué sano es el recuerdo de
aquellos que nos precedieron y cuánto amor mueve dentro de nosotros,
seguramente proyectado en nuestra vida actual. Es muy posible que mucho de lo
que aprendimos de ellos, sea hoy fuente de nuestro comportamiento y sentir. Así
pues, recordar a nuestros seres queridos es ahondar en nuestras raíces
fundantes, en nuestros sentidos profundos. Nada que ver, entiendo, con tristezas
emocionales (-lógicas y evidentes por otra parte-) y con bloqueos de negritud
infinita.
Por todo lo anterior no acabo de
entender la necesidad de disfrazar la muerte de divertimento. No acabo de
entender ese Halloween descontextualizado, ajeno a su cultura propia, exento de
los sentidos que pueda tener allí donde tiene sentido. Me suena, eso sí, a algo
evidente: Nuestra cultura no soporta la frustración, el dolor. Lo tolera con
dificultad infinita. Trata de esconderlo, apartarlo, disimularlo. Y ahí está la
muerte como pregunta profundísima. Como dolor intangible. Como frustración de
proyectos. Como tantas cosas difíciles de asimilar. Tendría pues sentido que,
en días que nuestra cultura revive, trae a colación la muerte, surja el intento
de disfrazarla de vacuo divertimento, de fiesta superficial, de risa fácil.
Tendrían sentido los disfraces de brujas, murciélagos, esqueletos y demás.
Tendría sentido la simplificación superficial que evite la pregunta de sentido,
la hondura de la frustración, la incerteza de la duda, el dolor de la ausencia…
Tal vez Halloween solo sea, además de un producto comercial, una banalización más
de nuestro ser social para huir de lo que cuesta asimilar. Un intento de
superficializar lo que tanto cuesta tolerar. Tendría sentido desde ese punto de
vista de la sociedad líquida de hoy.
Me pregunto, eso sí, en esta
espiral de huida, qué habrá de pasar cuando, pese a todo, las circunstancias,
las frustraciones, los dolores, las dificultades, las preguntas profundas
llamen inexorablemente a nuestra puerta –que llamarán-. ¿No estaremos perdiendo
viejas escuelas de aprendizaje sabiamente creadas por nuestros predecesores?
¿No es eso la cultura propia, en realidad? ¿No estaremos negando el sabio legado
que otros nos hicieron en pos de una globalización superficializadora y
enajenante? Preguntas. Simples preguntas…
Seguramente mis buenos amigos
filósofos tildarán estas líneas de atentado a su materia. Espero disculpen mi
atrevimiento de lego.
En fin. Mientras, me voy a ver
algunas fotos de aquellos que ya no están y a los que quise y quiero. Estoy
seguro que voy a sonreír mucho. Mucho…
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