viernes, 10 de julio de 2015

Oxigenar la tierra



Hace unos días escuché a alguien hablar desde la sabiduría del pueblo y del pueblo agrícola. La metáfora, bien traída al asunto que se presentaba, llamó profundamente mi atención de inculto urbanita hasta el punto de haberme hecho pensar desde entonces…  Todo agricultor sabe, argüía, que tras la cosecha debe remover toda la tierra y hacerlo de modo especial cada equis años. Perdóneseme si equivoco algún término o detalle. De ese hecho depende que la tierra se oxigene, cobre nueva vida, se mueva, se plenifique preparándose así para la siguiente y futura siembra Dios sabe de qué… Aparentemente la tierra pierde su uniformidad, su forma asentada y casi normalizada. Esa forma con la que nos habíamos acostumbrado a verla durante meses. No solo se mueve la superficie, sino que el arado saca la tierra que quedaba debajo a la superficie y, tal vez, viceversa… Todo se descoloca. Todo cambia. Todo, en unas horas, deja de ser como era, aparentemente… Es así pero la tierra sigue siendo la misma aunque de otro modo… luego el tiempo. La oxigenación. El remover necesario asentado en nuevo momento de la tierra, más productivo y eficaz –al menos aparentemente- siempre que se den las necesarias condiciones externas. En cualquier caso la tierra está descolocadamente lista en su nueva y necesaria colocación…


Ese sabio popular se refería metafóricamente a una organización que también remueve su tierra para oxigenarla hacia algo nuevo sin ser aún más que esperanza de cosecha. Paso previo necesario y revivificador. Luego será la siembra. Las condiciones externas e internas. Tantas cosas… Pero la tierra se ha removido y oxigenado… Está lista y en proceso nuevo.


Si la metáfora vale para toda una organización, cuánto no lo hará para cada uno de los mortales. ¡Cuánto miedo nos da remover la tierra, la propia! ¡Cómo nos descoloca que se nos remueva de tantos modos! ¡Cómo nos duele incluso! Perdemos las referencias, las seguridades, las comodidades. Surgen los miedos. La inseguridad… Pero después de una tiempo, más a menos largo, ¿Acaso no nos damos cuenta de la oxigenación que supuso? ¿Acaso no nos hizo crecer, avanzar, lograr? ¿Acaso no…?


¡Qué sabiduría la de la tierra, la del pueblo, la de la agricultura! La vida misma ¿No creen? Ojalá dejemos que la tierra personal –al menos- se remueva. Luego esperemos activamente desde el calor interior que impulsa y activa (y que todos tenemos dentro). Y no estaría de más que tantas organizaciones, la misma sociedad, también se removiera un poco o un mucho...


Necesitamos removernos y oxigenar. Lo necesitamos para vivir. Cojamos el arado y manos a la obra…

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