En los últimos días se han otorgado
diversos galardones significativos del mundo de las letras. Han sido y son
noticia fugaz en prensa lo cual nos hace pensar en su relevancia para el común
de los mortales… Perdónenme ustedes, debe ser que al ser “del gremio” -aunque a
un nivel paupérrimo- a uno le duelen de especial modo estas cosas… Permítanme
que hoy, entre los premiados, me refiera a uno en concreto: D. Francisco
Rodríguez Adrados, Premio Nacional de las Letras, filólogo, helenista y
académico de la Lengua y de la Historia… Un Humanista en toda regla…
Confieso que cuando leí la
noticia me puse metafóricamente en pie y aplaudí a rabiar hasta la extenuación.
Ya era hora, me dije, que en el erial pragmatista que atravesamos, alguien deje
una piedra de señalización en el camino que al menos nos haga pensar…
En los últimos tiempos las letras
y más las clásicas, han sufrido un curioso ataque selectivo que ha ido mermando
su posición natural. Prácticamente han desaparecido de nuestro sistema
educativo y, su presencia, minoritaria y anecdótica, se convierte muchas veces
en una suerte de descafeinado de achicoria que pretende ser café… Perdónenme
pero el aguachirli no podrá ser nunca un buen café… ¿No creen? La condena se
radicaliza con las pretensiones que, a modo de globo sonda, deja entrever la
enésima reforma educativa: Que los centros puedan especializarse y ofertar
asignaturas según conveniencia y supongo que demanda. En resumen: Humanidades,
especialmente letras clásicas, llevan el camino de una muerte anunciada y que
nos va a dejar huérfanos y mucho, más de lo que la pragmática actual pueda suponer,
créanme… Sin raíces no somos nada. Sin su conocimiento nos quedamos vacíos,
hueros de sentido y referencias necesarias. Sin su magistral lógica perdemos la
perspectiva de nuestro propio idioma y su urdimbre, de las bases de todo
lenguaje científico y, me atrevo a decir, modo de pensamiento… Las letras son
profundamente lógicas y profundamente humanas y encierran en sí el humus
esencial del que venimos vitalmente, así como el de toda disciplina científica y humanista…
Sé que muchos de ustedes me leerán con escepticismo y hasta con una sonrisa
cargada de sorna… Se la admito contrarrestada con la mía propia. Con esa
sonrisa de profesor de lengua y latín que sabe de lo que habla… No pretendo
convencerles tan solo hacerles pensar una vez más al amparo de ése gran
profesor que es D. Francisco Rodríguez Adrados y algunas de sus declaraciones
con las que comulgo en plenitud y que les dejo en dos enlaces de las diversas
noticias publicadas estos días… Permítanse unos minutos de lectura y, de paso,
de reflexión… Y mientras tanto entono con Catón el Viejo –según la tradición-: “Ceterum
censeo Carthaginem esse delendam”
No hay comentarios:
Publicar un comentario