Hace unos días mi buena amiga
Verania, buena profesora y amante de la música donde las haya –bendita sea-,
compartió un enlace que me dio que pensar…
Se trataba de una curiosa pieza musical de L. Anderson titulada “La máquina
de escribir” (de "lío en los grandes almacenes"). Una partitura hermosa, simpática, alegre y conocida por el cine… Allí aparecía, en
medio de la sinfónica en pleno, un atrevido músico con su inusual instrumento:
Una máquina de escribir. ¿Lo imaginan ustedes?... Me hizo pensar, digo… ¿Cuántas
veces en la vida nos dicen, nos decimos, que nuestra música es una y no otra?
¿Cuántas que sin el instrumento adecuado no se puede hacer la música apropiada
en cada campo? ¿Cuántas veces los profesionales de la educación o de otros campos han cercenado
buenas músicas emergentes? ¿Cuántas la sociedad o el propio ser de cada uno?¿Cuánta
buena música se ha perdido en la humanidad, no creen? Y, compréndanme ustedes,
no sólo ni necesariamente de música hablo… Cada persona, en su mundo de
exclusividad, esconde en sí un inmenso caudal que no siempre emana o no lo hace
en su demasía necesaria… Cada persona tiene su propia “máquina de escribir” con
la que debe hacer su “música” hermosa, alegre, simpática, vivaz, certera,
lógica e ilógica… ¿Saben ustedes de lo que les hablo? Ojalá todos se/nos
atreviéramos a meternos entre la “orquesta sinfónica” de turno con nuestra
propia máquina de escribir, u ordenador, o vete tú a saber qué… Nuestra música,
la de cada uno… En el trabajo, en el descanso, con la familia, con los amigos,
con los conocidos y desconocidos, hasta con los enemigos –que, por desgracia,
se empeñan en existir-… Pongámonos a la labor, tecla en mano, y hagamos que el
mundo sea cada día más hermosos envuelto en la sinfonía inmensa, hermosísima,
que todos podemos crear, al unísono, en esa partitura inmensa que es la propia
vida, la de todos… Soñemos, creamos, “toquemos” esa música que necesariamente
llevamos dentro. El instrumento es lo de menos, siendo esencial, está
demostrado… La música, nuestra música…
Para su disfrute aquí les dejo el
enlace. Disfrútenlo. Mientras, me voy a ensayar un poco con mi vieja máquina de
escribir bajo no sé qué batuta misteriosa… ¿Se apuntan?
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