martes, 23 de octubre de 2012

La máquina de escribir



Hace unos días mi buena amiga Verania, buena profesora y amante de la música donde las haya –bendita sea-, compartió un enlace que me dio que pensar…  Se trataba de una curiosa pieza musical de L. Anderson titulada “La máquina de escribir” (de "lío en los grandes almacenes"). Una partitura hermosa, simpática, alegre y conocida por el cine… Allí aparecía, en medio de la sinfónica en pleno, un atrevido músico con su inusual instrumento: Una máquina de escribir. ¿Lo imaginan ustedes?... Me hizo pensar, digo… ¿Cuántas veces en la vida nos dicen, nos decimos, que nuestra música es una y no otra? ¿Cuántas que sin el instrumento adecuado no se puede hacer la música apropiada en cada campo? ¿Cuántas veces los profesionales de la educación o de otros campos han cercenado buenas músicas emergentes? ¿Cuántas la sociedad o el propio ser de cada uno?¿Cuánta buena música se ha perdido en la humanidad, no creen? Y, compréndanme ustedes, no sólo ni necesariamente de música hablo… Cada persona, en su mundo de exclusividad, esconde en sí un inmenso caudal que no siempre emana o no lo hace en su demasía necesaria… Cada persona tiene su propia “máquina de escribir” con la que debe hacer su “música” hermosa, alegre, simpática, vivaz, certera, lógica e ilógica… ¿Saben ustedes de lo que les hablo? Ojalá todos se/nos atreviéramos a meternos entre la “orquesta sinfónica” de turno con nuestra propia máquina de escribir, u ordenador, o vete tú a saber qué… Nuestra música, la de cada uno… En el trabajo, en el descanso, con la familia, con los amigos, con los conocidos y desconocidos, hasta con los enemigos –que, por desgracia, se empeñan en existir-… Pongámonos a la labor, tecla en mano, y hagamos que el mundo sea cada día más hermosos envuelto en la sinfonía inmensa, hermosísima, que todos podemos crear, al unísono, en esa partitura inmensa que es la propia vida, la de todos… Soñemos, creamos, “toquemos” esa música que necesariamente llevamos dentro. El instrumento es lo de menos, siendo esencial, está demostrado… La música, nuestra música…
Para su disfrute aquí les dejo el enlace. Disfrútenlo. Mientras, me voy a ensayar un poco con mi vieja máquina de escribir bajo no sé qué batuta misteriosa… ¿Se apuntan?


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