Hace unos días vi un vídeo que me hizo reflexionar y me dejó el cuerpo algo
desazonado… Hoy les traigo ese vídeo al blog. Como leve introducción les
propongo que miren con ojos críticos hacia nuestra sociedad donde,
aunque pensemos que no, quizá todo esté más que programado y tal hecho nos
convierta en autómatas, en un cierto sentido… Como segundo punto me dejo llevar
por la querencia de educador y les propongo mirar a nuestra escuela: ¿No será
la historia una buena metáfora de nuestro sistema educativo? ¿No estaremos
lanzando a exoplanetas externos a la escuela a todos aquellos que no cumplen el
patrón esperable y quizá tengan infinitas posibilidades en puntos concretos –por
supuesto, también dentro de la escuela-? ¿No nos estaremos olvidando de educar
en aspectos esenciales por mor de cerrarnos a determinados rigorismos conceptuales
y de procedimiento estándar que justificamos por imposición de ley? ¿No estaremos
anclados en una escuela aún decimonónica? ¿No…? ¿Y nuestros niños, mientras
tanto...?
Ahí se lo dejo a su juicio y
a las preguntas que tal vez les surjan a ustedes mismos…
ya solo el comentario deja un rato de reflexion sobre el sistema que estamos apoyando y que hemos creado a partir de nuestros pensamientos y nuestras normas. pero el video me ha dejado traspuesto
ResponderEliminarLlanamente a mí me despierta una sonrisa el final del video, me encanta que a nuestro planeta vengan "los imperfectos".
ResponderEliminarY saliendo de la llaneza atiendo a la reflexión. En el video, en el mundo automatizado, ¿había algún profesor? Era un mundo hecho para que todo funcione por sí solo, sin equipos, sin profesores, sin relaciones, sin motivaciones... y claro, obviamente sin conflictos.
Los conflictos, grandes o pequeños, en el aula o fuera del aula, nacen por las diferencias.
¿derivamos? Claro que derivamos! Derivamos porque los adultos también llegamos un día en una capsulita por imperfectos y, por tanto, aquello que construimos, como el sistema educativo, es mismamente imperfecto. Como la cajita de los colores del niño, colocamos muy bien los colores en cada casilla (y allí todas nuestras intenciones), pero espachurramos la obra.
Se nos olvida nuestra imperfección, se nos olvida que el sistema educativo es nuestra obra imperfecta, y se nos olvida que los profesores debemos nuestra existencia a las propias diferencias (sino bastaría un poco de disciplina y unos cuantos libros para que los niños/mayores aprendieran por sí solos).
Imagino que hayas leído esta fábula pero sino te la recomiendo. Se titula: "La fábula de los cerdos asados".