Hace no mucho tiempo tuve la oportunidad de visitar,
en la hermosa ciudad de Burgos, el interesantísimo Museo de la Evolución
Humana. Allí me encontré con Miguelón cara a cara. Le miré lleno de asombro a
los ojos, bueno, a esas cuencas inmensas vacías en su cráneo de Homo
heidelbergensis (especie extinta del género Homo, que
surgió hace más de 600 000 años y perduró al menos hasta hace 200 000 años). Primera
especie humana en la que es posible detectar indicios de una mentalidad
simbólica. Y Especie cuyo nombre científico deriva de la proximidad de la
ciudad de Heidelberg (Alemania) al lugar donde fueron hallados los primeros
fósiles, lo que subraya el hecho de que se trata de los primeros homo que
alcanzaron las estepas del centro y norte de Eurasia). Digo –tras este inciso
explicativo extraído de Wikipedia- que le miré a los ojos y vi sus ancestrales
recuerdos de especie propia heredera de evoluciones anteriores. Leí su ser de
migrante, de refuegiado desde aquella África originaria de la que salió por
razones de necesidad. Bien es sabido que el hábitat que ofrece la suficiente
seguridad y garantía de sustento convierte a sus moradores en población
estable. Solo la ruptura de esa condición por algún motivo obliga al movimiento
en busca de un lugar mejor. Y así el tatarabuelo de Miguelón y los suyos y sus
descendientes, a lo largo de miles de años de especies de homínidos, llegó con
los suyos hasta Atapuerca y mucho más allá –curiosamente la zona de Eurasia
(destino Alemania -en un reduccionismo- que diríamos hoy. Curiosa coincidencia. ¿No creen?)… Y he
aquí que Miguelón, sorpréndase ustedes, se puso triste. ¡Lo que oyen! Y en un
susurro me dijo que no entendía cómo nosotros, sus tataranietos, con mucha más
capacidad intelectual y evolutiva que ellos, como homo sapiens sapiens, hemos
cambiado tan poco. "Seguís necesitando
emigrar porque las condiciones de pronto cambian e impiden vivir allí donde
estabais. Seguís buscando vida cuando lo habéis perdido todo y cuando ya no
tenéis nada más que perder, teniendo tan solo posibilidad de mejora o en su
caso de muerte, ya de por sí inevitable. Ante esta situación no hay miedo que
pueda retener a nadie –afirmó con rotundidad- Seguís impidiendo que los que
llegan a un territorio nuevo entren en él porque son otros, distintos, porque
seguís teniendo un miedo infundado a que os quiten la caza, bueno, ahora otras
cosas que no sé muy bien qué son… Seguís haciéndoos la guerra, peleando por no
sé qué cosas. Y algunos, unos pocos, sí que ayudan a los que llegan y les cuidan
y les dan alimento y vestido. Mientras los líderes del grupo se juntan a
decidir qué hacer con los que llegan, muchos seres pequeños se adelantan y
ayudan. Ya se sabe que cuando el mamut –creo que ahora son elefantes- comienza
a moverse, las hormigas ya han llegado a su destino. ¡Qué gran verdad! Seguís…
Decís que habéis evolucionado mucho pero no veo que sea tanto. Os parecéis
mucho a nosotros aunque seáis más inteligentes y no viváis en cuevas ni cacéis…
piénsalo bien, me dijo, si a nuestros ancestros no les hubiesen dejado emigrar
tú no estarías aquí hablando conmigo, porque ni tú ni yo estaríamos en estas
latitudes. Migrar es humano desde que empezamos a serlo y hasta que lo seamos
Dios sabe de qué modo. La fuerza del buscar una vida mejor es irrefrenable. La
esperanza no se puede detener ni con palos, hachas de sílex, porras,
alambradas, o lo que sea… Son humanos. Somos humanos. Sois humanos. Aspirad a
cambiar, a evolucionar a algo mejor"… Y entonces enarcó sus prominentes
arcos superciliares y quedó en un inmóvil silencio. Hierático. Fosilizado. Por
un momento pensé que me había vuelto loco, o había tenido un sueño extraño
amparado en aquellas cuencas oculares vacías. Puede ser que así fuera pero un
leve guiño de Miguelón me confirmó que este buen abuelo me había transmitido
algo muy profundo desde su sabiduría infinita. Sonreí entonces y salí de la sala,
mirándole de reojo, hacia la estepa de este mundo...
(Nota: Perdónenseme las posibles imprecisiones respecto a los aspectos evolutivos que haya podido cometer en esta ficcional reflexión).
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Imagen tomada de www.rtve.es |