martes, 31 de diciembre de 2013

Fin de año: Un abrazo en el andén



Hace unos días, al bajar del tren en el que acababa de viajar, me vi prácticamente arrollado por un mozalbetillo de unos diez años, tal vez algo menos. Cuando me recuperé del susto contemplé a otro muchacho de similar edad que corría, andén adelante y en dirección contaria. En breves segundos se fundieron en un abrazo, grande, limpio, sincero, cariñoso, cargado de silencio y significado. Un abrazo de esos que se dan desde el fondo del alma... Mis ganas de protestar iniciales se volatilizaron para dejar paso a una sonrisa que compartíamos bastantes de los viajeros que contemplamos la escena. Sus familias llegaron a continuación repitiendo gestos de afecto. Los dos chavalillos, tras los besos de rigor a todos, volvieron a juntarse, brazos sobre los hombros, sonrisa  en los labios, verborrea pertinaz... Y así se alejaron hasta desaparecer...

Y aquí se lo dejo, en fin de año. En unos días en los que los tópicos llegan hasta el infinito, en que uno se satura de solidaridad no siempre sincera, de palabras bonitas, no siempre llenas, de... Un simple abrazo. Un abrazo de los que levantan sonrisas alrededor y remueven por dentro...

Eso es lo que me gustaría dejarles en este cambio de año, en este cierre de libro y apertura de otro completamente en blanco que habremos de rellenar -cada uno- desde el interior; que lo externo, bueno y malo, ya será por sí mismo. Pero no lo será el cómo lo vivamos, ni el qué vivamos... Les deseo todo la ilusión que llevaba ese abrazo infantil. Todo el cariño acumulado y el deseo intensísimo de alcanzar lo deseado. Toda la esperanza guardada con mimo. Todo el anhelo de compartir tiempo, vida, palabras. Todo el querer a otro y ser y sentirse querido. Todo el amor gratuito. Todo lo que se dice con el alma a través del cuerpo para lo que no se necesitan las palabras. Todas las sonrisas y los brazos sobre el hombro y la verborrea pertinaz. Todo la vida por delante. Todo el hoy porque el ayer se esfumó en forma de encuentro. Todo... Lean ustedes aquel abrazo y escriban sus todos... Los que hoy les deseo.

Hoy, a punto de cambiar de año, quiero agradecer a esos muchachillos su lección de vida y lograr el valor para vivir el año nuevo desde esas claves. Ojalá sea, seamos capaces de hacerlo. Estoy convencido de que, entonces, venga lo que venga en 2014, al final será realmente feliz.

Un abrazo... El abrazo aquel...


domingo, 22 de diciembre de 2013

Otro Belén



Ayer me puse a diseñar el Belén. Sé que voy un poco tarde pero, ya saben, estas cosas son así... El caso es que me puse a hacer un boceto de mi idea y se lo mostré a varios amigos. Sorprendentemente a ninguno les gustó mi Belén, incluso me hicieron caer en la cuenta de lo difícil que me iba a resultar el encontrar figuritas apropiadas y elementos para poner lo que quiero. Así qué, ya ven, me tendré que conformar con poner las figuritas de siempre y sus complementos pero no me resigno a montar mi idea de algún modo, así que, con su venia,  se lo contaré de palabra y lo construyen conmigo en su imaginación.

En mi Belén no hay un portal de Belén, establo a la antigua usanza con su mula y con su buey. En realidad no hay uno sino un montón porque no sé muy bien a cuál de ellos llegarán los buenos de María y de José con su parto en ciernes y su preocupación de inmigrantes, sin recursos, fuera de su casa... Tampoco hay palacio de Herodes ni guardia romana pero sí hay guerrilleros, militares, policías de diversa especie, ministerios de exteriores y, por supuesto, fronteras, con sus guardias varios, muchas fronteras... Ah y no faltan las vallas, varias de ellas con cuchillas y una altura considerable que no deja ni ver bien lo que hay detrás. También hay varios muros de hormigón de longitud considerable y hasta pequeños territorios separados por muros y fronteras. Hay varios campos de refugiados llenos de tiendas de plástico y loneta con una dudosa infraestructura. Hay montes y naves industriales donde se reúne una multitud de gente esperanzada aunque llena de miedos, sobreviviendo mientras tanto. Hay algún que otro camión con personas viajando escondidos en sus bajos. Hay mar, sí, con pateras y patrulleras que pasan de cuando en cuando.  También hay soportales y cajeros automáticos con gente durmiendo dentro, entre cartones, y calles comerciales llenas de gente con bolsas y algunas personas invisibles pidiendo. También hay algunas puertas de iglesia con sus pobres. Hay pisos –si se les puede llamar así a algunos de ellos- que se ven, entre ventanas, con padres y madres llorando porque se les acaba el paro y la ayuda familiar no llega. Hay policías desahuciando a familias por impago y grupos gritando que intentan impedirlo. Hay una zona con un gran atentado y muchos muertos. Hay hospitales con graves enfermos y una unidad pediátrica de oncología. Hay ancianos solos sentados en su butaca. Hay algún suicida intentando asirse a un rayo de luz. Hay largas colas del paro y comedores sociales llenos de gente y de familias. Hay ONGs y sus gentes trabajando sobre cada terreno pero casi no se les ve. ¡Ah! Y hay un largo desierto, que no me olvide. Hay…

También hay un parlamento donde discuten sin parar de cosas que no sé si importan mucho pero que atañen a todos. Son asuntos que luego nos hacen discutir a todos olvidando lo esencial. Hay, al lado, unos edificios de prensa que nos dicen lo que nos dicen (y callan lo que no deberían callar). También hay mucha gente comprando regalos y pisos con personas en una cena familiar de navidad, algunas unidas, otras aguantando el tipo y evitando temas, pero todas bien-cenando… Hay luces de colores y  muchos  villancicos y buenos deseos y miradas dulzarronas.

Hay ángeles, en muchos de esos rincones. Hablan, anuncian una buena noticia (nace un niño y ¡qué niño!), pero casi nadie les hace caso. No tienen alas ni túnicas blancas. Llevan vaqueros, zapatillas, camisa, una falda, su abrigo, tal vez el mono de trabajo… 

¿Y María y José? Caminando por el medio con rasgos indefinidos -mezcla de razas y culturas-. Van con su cara de susto y su niño que ya llega, acercándose Dios sabe a qué rincón de todos los posibles para nacer. Igual ya ha nacido y están semiocultos aunque bien visibles. Será cuestión de fijarse bien y mirar todo de otro modo,  o quizá, al tiempo,  ser y estar de una manera distinta en este belén en el que creo que, misteriosamente, estamos todos...

¿Lo han imaginado? ¿Sí? Entonces lo he logrado. He sido capaz de montar mi idea de belén. Tal vez una idea más, pero a mí me resulta interesante…

jueves, 12 de diciembre de 2013

Se armó el belén



Cada vez que escuchamos esta expresión castiza nos echamos a temblar pensando en desmanes, altercados y algarabías insanas. Sin embargo hoy, en este post, usaré la expresión en su sentido más pleno y estricto. Es época, aunque cada vez se haga menos, de armar el Belén, esa representación en miniatura del misterio del nacimiento de Jesús. Tradición inaugurada por San Francisco de Asís, allá por el 1223, extendida posteriormente por Italia y arraigada en España desde el enlace directo de las tierras Napolitanas, largo tiempo territorio hispano. Reconozco, aunque no lo practico, una cierta querencia por esta costumbre que se me antoja entrañable por lo que suele tener de familiar, especialmente para los más pequeños. No. No ceran que voy a hacer un alegato en favor de la costumbre, en sí, o costumbres adyacentes. No se trata de eso. Se trata de que se está armando un buen belén…

Verán, hace algo más de quince días me encontré con dos jovenzuelos de ochenta y tres y ochenta y cuatro años que, con sus achaques, sus cachavas, y algún que otro problema de movilidad e impedimento, cargaban como podían con unos tablones. Divertido les pregunté por su fin, mientras les ofrecía mi ayuda. Me miraron con esos ojos ilusionados que podemos encontrar en tantos niños y jóvenes soñadores y me dijeron con auténtica pasión y como lo más natural del mundo: “Vamos a montar el belén”. Y vaya si lo están montando… Prácticamente todos los días me acerco un rato a ver el proceso y hablar con ellos. La extensión es significativa, el sistema eléctrico e hidráulico complejo, la creación de los suelos y montes de lo más original y artístico… Y ahí te los encuentras, en una especie de locura creativa y rozando lo insensato: Uno debajo de las mesas, encogido, pelando y empalmando cables y tubos, el otro sobre la escalera o de rodillas encima de un tablón… A cualquiera se nos pasa por la cabeza el pensar que se pueden hacer daño, aumentar algún problema de salud, pero es tal su ilusión, la alegría contagiosa que desprenden que se les ve revitalizados por mucho que lleguen a la tarde-noche hechos una piltrafa… Cada vez les va quedando menos, pero aún les queda, y mucho…

La verdad es que no sé si les quedará bonito. Sospecho que sí, por lo que voy viendo. Pero creo que eso es lo de menos. Estos dos jovenzuelos de la tercerísima edad están armando un buen belén con su mismo hacer, mientras montan el belén. Y lo hacen del modo más bonito que se pude hacer: Pensando en los que lo van a ver y disfrutar y con toda la ilusión por presentarse al concurso de belenes familiares de la ciudad… Dichoso belén. Dichosos armar el belén. En el sentido más pleno de la palabra dicha. Y es que estos abuelos me están contagiando con su entusiasmo y éso, no tiene precio. Ojalá pudieran verlos por un agujerito… Disfrutarían tanto como yo y seguro que se contagiaban de un gozo e ilusión que no se frena y se reparte…

Dos abueletes rejuvenecidos, bien dispuestos, con ganas, con pasión… Dos jovenzuelos de edad avanzada de lo más creativos que arman un buen belén. Estaría bien que se armasen muchos belenes de éstos y nos contagiasen un poquito cada día a todos los de alrededor. ¿No creen? Pues van por ellos estas líneas. Ya les invitaré a ver el resultado, aunque sea lo de menos…

sábado, 7 de diciembre de 2013

Educación. Cuestión de creer...

Hoy les propongo un vídeo donde un niño de diez años nos habla de educación aportando claves más que interesantes... 
Believe??? 
Obviando el envoltorio ambiental, fruto de una cultura determinada, les invito a quedarse con el fondo de la cuestión...




Les dejo una traducción:



Texto completo de Dalton Sherman para los Maestros de la Escuela del Distrito Independiente de Dallas –
Agosto 20, 2008.

Yo creo en mí. ¿Ustedes creen en mí?
¿Creen que puedo pararme aquí, sin miedo, a hablarles a ustedes?
Oigan, Centro de Aprendizaje Charles Rice,  ¿ustedes creen en mí?
Sí, lo creen.
Porque ahí está la clave: puedo hacer cualquier cosa, ser cualquier cosa, crear cualquier cosa, soñar cualquier cosa, llegar a ser cualquier cosa  - porque creen en mí. Y eso me anima.
Déjenme preguntarles: ¿ustedes creen en mis compañeros?
¿Creen que cada uno de nosotros puede estar listo para graduarse, para ir a la Universidad o para el trabajo?
¡Mejor que así sea!  Porque la próxima semana, nos presentaremos en sus escuelas, -los 157.00 que somos- y lo que necesitamos de ustedes es que crean que podemos alcanzar nuestro máximo potencial.
No importa de dónde vengamos, si del sur soleado de Dallas, o de su agradable Grove, o de su Oak Cliff, o del norte, o del oeste, o de donde sea, lo mejor es que Ustedes no nos abandonen. No, mejor que no.
Porque, como saben, en algunos casos, ustedes son todo lo que tenemos. Ustedes son los únicos que nos alimentan, que limpian nuestras lágrimas, que levantan nuestras manos o nos abrazan cuando lo necesitamos. Ustedes son los únicos que nos aman cuando algunas veces sentimos que nadie más lo hace – y cuando más lo necesitamos.
No abandonen a mis compañeros
¿Creen en sus colegas?
Así lo espero. Ellos vienen a sus escuelas porque también quieren hacer la diferencia. Crean en ellos, confíen en ellos y apóyense en ellos cuando los tiempos se pongan difíciles, y todos sabemos que los chicos podemos hacerlo difícil.
No es verdad?