Hace unos días, al bajar
del tren en el que acababa de viajar, me vi prácticamente arrollado por un
mozalbetillo de unos diez años, tal vez algo menos. Cuando me recuperé del
susto contemplé a otro muchacho de similar edad que corría, andén adelante y en
dirección contaria. En breves segundos se fundieron en un abrazo, grande,
limpio, sincero, cariñoso, cargado de silencio y significado. Un abrazo de esos
que se dan desde el fondo del alma... Mis ganas de protestar iniciales se
volatilizaron para dejar paso a una sonrisa que compartíamos bastantes de los
viajeros que contemplamos la escena. Sus familias llegaron a continuación
repitiendo gestos de afecto. Los dos chavalillos, tras los besos de rigor a
todos, volvieron a juntarse, brazos sobre los hombros, sonrisa en los labios, verborrea pertinaz... Y así se
alejaron hasta desaparecer...
Y aquí se lo dejo, en fin
de año. En unos días en los que los tópicos llegan hasta el infinito, en que
uno se satura de solidaridad no siempre sincera, de palabras bonitas, no
siempre llenas, de... Un simple abrazo. Un abrazo de los que levantan sonrisas
alrededor y remueven por dentro...
Eso es lo que me gustaría
dejarles en este cambio de año, en este cierre de libro y apertura de otro
completamente en blanco que habremos de rellenar -cada uno- desde el interior;
que lo externo, bueno y malo, ya será por sí mismo. Pero no lo será el cómo lo
vivamos, ni el qué vivamos... Les deseo todo la ilusión que llevaba ese abrazo
infantil. Todo el cariño acumulado y el deseo intensísimo de alcanzar lo
deseado. Toda la esperanza guardada con mimo. Todo el anhelo de compartir
tiempo, vida, palabras. Todo el querer a otro y ser y sentirse querido. Todo el
amor gratuito. Todo lo que se dice con el alma a través del cuerpo para lo que
no se necesitan las palabras. Todas las sonrisas y los brazos sobre el hombro y
la verborrea pertinaz. Todo la vida por delante. Todo el hoy porque el ayer se
esfumó en forma de encuentro. Todo... Lean ustedes aquel abrazo y escriban sus
todos... Los que hoy les deseo.
Hoy, a punto de cambiar
de año, quiero agradecer a esos muchachillos su lección de vida y lograr el
valor para vivir el año nuevo desde esas claves. Ojalá sea, seamos capaces de
hacerlo. Estoy convencido de que, entonces, venga lo que venga en 2014, al
final será realmente feliz.
Un abrazo... El abrazo
aquel...