El otro día encontré, por
casualidad, un vídeo que hoy comparto. Al verlo me dio por pensar en sumas… Será que
el comienzo del curso escolar me traiciona o me influye en demasía. El caso es
que, cuando hablo de sumar, hablo de otra cosa muy distinta a la aritmética
teórica sobre un papel. Cuando hoy hablo de sumar lo hago de un modo práctico e
ilusorio, de un modo metafórico y, a un tiempo, profundamente real: ¿Y si nos
empeñásemos todos en sumar en cada ocasión que se presentase ante nosotros; en
cada espontánea o planificada situación que la vida hiciese surgir? ¿Y si
sumásemos siempre? Siempre… Sumar… Entonces, tal vez, la melodía se convirtiese
en más hermosa, el mundo se llenase de color, música, alegría contagiosa y
removedora para todo el que llegue a pasar por allí o siquiera un poco cerca… Y
tal vez, solo tal vez, nadie quedaría indiferente… Todo el mundo quedaría
inmerso en la magia de la suma… Pequeñas decisiones, grandes resultados…
Sumar. Siempre sumar… Cada día. Cada momento. En cada
ámbito. Siempre sumar… No estaría nada mal. ¿No creen?